Por Gonzalo Valenzuela

“Lo que arde no se pudre”
Flavia Cosma

Hojas de diario de Flavia Cosma

La materia prima de la poesía es la vida; con toda su gama de expresiones, emociones y experiencias… Flavia Cosma renace con su poesía. Tiene un espíritu sensible y visionario. La angustia, la soledad y el dolor la derriban, pero su esperanza, su amor y su fe la levantan. Posee una portentosa imaginación y coraje, que la salvan.

Hojas de diario es un poema de larguísimo aliento; de 51 alientos. Que se empezó a escribir en el otoño y se concluyó en la primavera. La estructura de sus versos es libre; como su espíritu inquieto, que se desplaza; del amor al desamor; de la pasión; a la devoción y el fervor divino. Se inventa y reinventa para poder apresar –aunque sólo sea por breves momentos- la inasible y escurridiza paz interior.

Sus versos evocan momentos; gloriosos, alegres y seguros de su tierra natal, bajo las cálidas alas protectoras de sus abuelos. De donde huyó desde muy joven, para materializar sus sueños en América, precediéndola una estela de dolor, angustia y amargura que trae consigo, el desarraigo de un exiliado político. Vivió experiencias denigrantes en campos de refugiados por dos años, huyendo de un régimen de gobierno totalitario y opresor, al lado de su pequeño hijo y esposo.

Su espíritu se fraguó en el fuego del dolor y la humillación, ahora nada la derriba. Experimentó en carne propia la frase del filósofo inglés Thomas Hobbes: “El hombre es el lobo del hombre”. De ahí nació su poesía fuerte, estremecedora, sin falsos pudores, pura y transparente.

De manera que en su país de origen le cerraron todo tipo de oportunidades. Ahora es ciudadana del mundo y su voz… sus versos… representan también al de todos los hermanos que viven amordazados. Sus versos sacuden sus alas en libertad por todo el mundo y también; sacuden conciencias, es un honor y placer tenerla aquí entre nosotros, en Veracruz, aunque sea por muy breve tiempo.

Sus versos tienen una cadencia suave y un ritmo medio, con abundantes metáforas e imágenes, una de ellas que aparece en forma recurrente, es la de los ángeles; que le sirven para aproximarse un poco al núcleo de sus emociones… al mundo espiritual e intangible de mundos paralelos… acercándose al terreno de lo metafísico o fugarse por momentos de la soledad y la angustia, a través de su imaginación prodigiosa.

Escritora prolífica de lenguaje sencillo. Me da la impresión que cuando escribe, lo hace con toda libertad, como si hablase con la otra parte de si misma y lo estuviera plasmando en las Hojas de su íntimo diario, al que le cuenta; sus alegrías, sus pesares, sus sueños y pesadillas.

En ocasiones se dirige a Dios, a San Antonio de Padua y a sus mensajeros, los ángeles; desea ser liberada de las “pasiones terrenales”. Libra la lucha de todo ser humano; entre la virtud y el pecado. Sin embargo la esperanza se asoma frecuentemente en sus versos y la rescata de la soledad y del miedo.

Otra imagen recurrente es la del Otoño; tal vez se vea a si misma como una mujer otoñal. Rememora la dicha de sus primaveras pasadas y presiente la llegada cruel e inevitable del invierno, que cubrirá el cuerpo y el espíritu con su nieve; una nieve de pureza engañosa…

Aprendió a “seguir en el laberinto por la línea precisa”, se considera una persona de amplio destino y vaya que lo es; su extensa obra la respalda. Le pregunté: Flavia; ¿desde cuando escribes? Y ella con sonrisa tímida y sencilla me respondió: -desde la niñez.

Me hablaba de un hermoso proyecto que concretó hace poco más de dos años: la Residencia Internacional para Escritores y Artistas, en Val David, Québec, Canadá, que erigió con sus propios recursos, cuya finalidad es para dar alojamiento y promover la cultura en aquel país, a través de dos festivales internacionales al año.

Es verdad; nadie puede huir a su destino. Ella nació para escribir y conmovernos con sus palabras, para mostrarnos ese mundo sutil y real que se asoma en los sueños. El mundo espiritual que funciona bajo el celeste imperio de los ángeles.

Sumérjanse en ese torbellino de emociones, visiones y esperanzas de Flavia Cosma. Abróchense los cinturones para internarse en los despeñaderos de su alma; seguramente regresarán con una sonrisa en los labios, con una mayor conciencia social o con un sentido de urgencia por vivir y transformar su conciencia… en amor. Transformar y transformarse; a través del amor.

H. Veracruz, Ver., a 19 de abril de 2011