Culpa y Redención en la poesía de Flavia Cosma

Luego de su último libro “Plumas de ángeles”, publicado en 2008 y presentado, en Buenos Aires, Argentina, nos encontramos con una nueva producción literaria de esta prolífera y talentoso escritora que es Flavia Cosma.

Hojas de diario, es un acontecer de situaciones vividas y sentidas, traídas a la memoria por la evocación poética de la autora.
Desde el comienzo de la obra aparece instalada la temática del dolor, del desarraigo, junto a la aparición de personajes como el forastero a quien se lo emparenta con la de un ángel caído. La visión del forastero nos retrotrae a la imagen del extranjero, aquel visitante que llega por pocos días a una ciudad, a un pueblo y luego se marcha raudamente.

La figura del ángel se torna presencia constante en Hojas de diario.
En el segundo poema Flavia nos habla de “un ala de ángel en vuelo”. El recuerdo de la casa de los abuelos, el hábitat de la infancia, ese volver a un momento de nuestras vidas donde nos sentíamos más protegidos, más contenidos. La presencia del otoño llega acompañada de una dulce melancolía:

“Cuando pasa el amor sobre horizontes viajeros, sobre la bóveda sin estrellas desaparece un ángel blanco”. O en este otro poema: “El ángel me tomó de la mano y me condujo horas enteras por las calles, entre las sepulturas. Sentía su palma recelosa y sobre la mejilla el ala suave, ardiente...”

La poeta siente decepción por este mundo el cual percibe como deshumanizado y siente necesario recurrir a Jesucristo como salvaguarda. “... Jesús crucificado/ en el madero/ con ansiedad nos besa/ y aguarda.”
En otro poema se profundiza esta visión nihilista de las cosas: “He cavado para enterrar todo deseo/ en una fontana ciega/ de la que nada brota.”
Pero también, como contrapartida aparece la esperanza, la necesidad de volver a creer: “De vez en cuando/ me visita el sol/ con esponjosos dedos/ que entran por la ventana. Sus rayos, manojos erguidos,/ pulsan en mis venas/ con idéntico gozo terrestre...”. En Hojas de diario el tema del tiempo surge como algo ineludible, el tiempo que marchita sueños y nos deja con “alas inútiles”.
El poema 13 es de una concepción muy profunda sobre nuestro destino en el mundo. El mensaje subyacente sería el de permanecer como en estado puro, medio aislado del mundo a fin de no quedar contaminados por las miserias y los pecados terrenales:

“No abras del todo los ojos, / deja los postigos a medio correr./ No creas, no creas/ muchos hombres se precipitan a la luz/...”
“...Alegremente entran/ al santo recinto/ y a los jardines del Edén/ en sus festines/ y dejan fragmentos de vidrio, huesos, brazaletes, / promesas vacías, terrestre podredumbre/...”

También resurge en nuestra poeta la necesidad de recurrir a Dios para que nos redima de la vida terrestre: “... regreso a Ti, como al comienzo, /para que con tu gran sabiduría/ me liberes misericordioso/ de estas pasiones terrenales.”

v La poesía de Flavia tiene aspectos metafísicos que irradian su poesía, allí lo sobrenatural toma un cariz de cierta angustia existencial, como en el poema 21:

“Otra vez oigo pasos, pasos de agobio, abrumados. Alguien recorre la casa. Oigo pasos arteros, pasos susurrantes de la gata. Alguien sube por la escalera. Oigo los pasos arrastrados de un monje en Cuaresma. Me atemorizan mucho pasos de lustrosas botas negras, pasos fúnebres...”

Otro aspecto que se destaca en este libro es su costado religioso. El tema del pecado, de la culpa por lo prohibido, de la redención:

¡Cómo me has quemado, Señor, con el hielo! ¿Qué me diste a beber, qué ajenjo para aplacar la sed apasionada, el muslo ardiente, la sonrisa? ¿Cómo podré recibir ya, Señor, Tus dones, ahora que, después de tanto invierno, el sol gozoso cabalga la colina?

El fantasma de la muerte y la elaboración de ese temor a través del arte, se ven reflejados en los versos del poema 23:

“...La gente también llega a la misma sepultura, rara vez, más rara aún, sin premura. Hay eco de pasos en los pasadizos. El cementerio acecha con ojos de olvido un aleteo, una mariposa en vuelo, una palabra delicada...”

También en el poema 29:

“Oh, la mano del muerto se me puso encima y quería despeinarme mechones de pelo de la frente, en son de broma. En el juego, perturba el aire con sus dedos fríos, adornados con anillos tremendos...”

En Flavia Cosma uno advierte a un ser con un hondo sentido humanístico. De allí la búsqueda de recurrir a aquellos libros sagrados que eleven la zona de nuestro espíritu:

El Libro Sagrado permanece abierto en la página de los faltos de espíritu. Los huesos duermen blanquecinos, bajo el suelo arenoso. La luz hierve al mediodía, se desprenden las almas de pasiones. El sueño es grande, hermoso.

Hay palabras que en nuestra autora ocupan el centro de la escena, por ejemplo, el sueño. El sentido, en ese espacio poético creado por ella, siempre tiene que ver con la posibilidad de ascenso, de alcanzar la luz, la plenitud:

“...Y si de buenas a primeras, ocurriese el milagro, ay, si pudiéramos encontrar de nuevo la llave de las grandes puertas, las tendríamos abiertas entre sueño y vigilia, entenderíamos la totalidad en un instante, el pasado, el futuro, el tiempo vagabundo y el espacio...”

O en este otro poema:

“...Permanezco al azar, alma sin rumbo, como el juego de las aguas profundas en la noche. Fantasmas amargados y famélicos pelean entre ellos, se dan muerte, mientras, en el horizonte en calma, la ciudad plena de sueños se sumerge en la luz.”

Todo el libro está bellamente logrado, con imágenes de una gran fuerza expresiva, por momentos con reminiscencias expresionistas y un certero sentido de la realidad. Lo cual nos confirma que estamos en presencia de una voz poética de honda significación y de real magnitud en el panorama actual de nuestra poesía contemporánea.

Luis Raúl Calvo

Poeta y ensayista, Buenos Aires, Argentina