Sobre “El Barrio Latino", poemario de Flavia Cosma

Por Luis Benítez

1. Entre el libro y el lector
Esta nueva entrega de la poeta rumana -residente en Canadá- Flavia Cosma, enriquece destacadamente su ya extensa obra anterior, que abarca casi una veintena de volúmenes de poesía, más novela, diario de viaje y libros para niños.
Al comenzar nuestra lectura observamos una positiva decantación de tópicas y referencias ya evidentes en sus textos anteriores, y que en “El Barrio Latino" alcanzan la plenitud expresiva. En efecto: la poeta en esta obra nos muestra la madurez completa de su capacidad de referir, aludir, sugerir y hasta eludir la mención directa, para acrecentar aun más la potencia de su lenguaje poético.
El manejo de los variados recursos que pone en funcionamiento en “el Barrio Latino" está signado preferentemente por la mesura y la falta de desborde, incluso cuando transita por la emotividad más potente. Es que Flavia Cosma conoce acabadamente qué sutilezas hay que emplear para que el resultado, visible a los ojos del lector, esté signado por la fuerza expresiva pero no se transforme en una efusión sin rumbo, sino, por lo contrario, se adentre en la sensibilidad de quien está leyendo como una corriente marina, que transporta pero no atropella, que rapta pero lo hace gentilmente.
Esta capacidad de “raptar" al lector para sumergirlo en el universo creado por la autora, es por demás encomiable. Está muy bien programada: contempla la posibilidad de que el lector incorpore sus propios elementos a lo expresado por la autora, recree al leer, construya a su vez una versión propia del poema. La diversidad de versiones que podemos establecer respecto de un texto-madre es una característica particular de la mejor poesía, que renuncia a lo unívoco, al texto mandante, en pro de una polisemia enriquecedora.

2. Las temáticas
Aunque abarca una nutrida serie de temas, la tópica principal de “El Barrio Latino" es la interacción entre la sensibilidad y la emotividad del sujeto escribiente y Lo Otro, la relación amorosa que establece la autora no sólo con lo otro humano, sino también con objetos, palabras y animales. El universo de Flavia Cosma es un universo traspasado por lo amoroso, que establece nexos comunicantes entre la interioridad de la autora y los elementos correspondientes a lo exterior objetivo. Si bien desde la dedicatoria misma queda representado el otro humano como objeto de amor principal, y resulta predominante la dirección hacia éste del discurso poético, también se hace evidente esta interacción amorosa con otros elementos de lo real, mediado por referencias que establecen que esos nexos a los que aludimos se emparentan con lo metafísico, con un “estar en el mundo" signado por lo amoroso como conexión general y también como reconocimiento de que el yo de la autora es una parte más de ese cosmos ordenado y conectado por lo amoroso.
Así, dice Cosma en su poema “Palabras sin cuerpo":

A través de las paredes, bajan de vez en cuando
palabras sin cuerpo, enflaquecidas,
palabras-fantasmas, vaciadas de miga,
errando espacios, llegan y dividen
los hambrientos sueños de la noche.


Aquí las palabras son contempladas y reconocidas como integrantes de este universo amoroso al que nos referimos, poseen sustancia en sí, aunque también son mensajeras de la distancia y la separación, como señala la autora en el mismo texto aludido:

Hay que decirte adiós ahora, mi ángel,
el tiempo de las salidas nos ha alcanzado
y ya nos supera.
Estará presente en nuestras próximas citas,
en nuestras manos enlazadas,
en los confusos intercambios de miradas.


Y finaliza el poema diciendo:

En frases ásperas, dubitativas y nerviosas,
colocamos el fin delante del principio,
mientras que el amor, presagiando su destino,
se atormenta, forcejeando raudamente.


Esta función ordenadora de las palabras, “colocamos el fin antes del principio", da cuenta de los sucesos operados entre el dentro y el exterior (un exterior ocupado predominantemente por el objeto amoroso principal) pero mediatizados por las palabras mismas. ¿Qué mejor descripción de las funciones del discurso amoroso, que ésta brindada por Cosma? Así, por si nos quedan dudas al respecto, nos dice la autora en su poema “El papel":

Tu nombre aparece bailando entre las palabras
como un bello dios de alabastro.


En la tradición emanada del romanticismo, donde lo objetivo sirve como expresión de la sensibilidad autoral, nos dice Cosma en su poema “Al cabo del día":

En la dulce luz al cabo del día,
los abedules se quedan desnudos, sin hojas,
sus blancos troncos brillan en la claridad,
los abetos
protegen los crudos nidales,
sus ramas verdes y perfumadas
están siempre listas para acudir en socorro,
el aire se huele con la fragancia
de la resina.


El recurso es tradicional, pero recordando que parte de la tarea poética es devolverle a las palabras su potencia inicial, Cosma retoma el recurso aludido con una eficacia particular; efectivamente, logra pintar tanto el paisaje exterior como el interior y propio en nueve cortos versos, que a su vez sirven de introducción al agón principal de que da cuenta el poema:

El cielo y las montañas, -siluetas a lo lejos-,
poseedores del más profundo silencio,
aguardan por encima de los dolores del corazón,
mientras tu pensamiento, bálsamo perfumado,
llama nuevamente a mi ventana, como antes,
como pidiendo perdón.


Nuevamente lo objetivo retratado en la doble tarea de mostrar lo externo y lo interno, capturado por Flavia Cosma en una instantánea fotográfica, que parece ser una constante de su poesía. La autora sabe hallar y plasmar con sus palabras esos momentos definitorios, donde ambos mundos, el real objetivo y el interior sensible, se comunican y resaltan mutuamente, siempre unidos por el nexo amoroso que subrayamos antes.
Veamos ahora el objeto principal de los versos contenidos en “El Barrio Latino", como aparece (éste es sólo un ejemplo) en el poema “Arenas Movedizas":

Volvemos a encontrarnos, mi amor,
al borde del abismo, debajo del
deslumbrante rayo,
en el mismo lugar donde hace tiempo
reíamos y arrojábamos
los dulces momentos
por el gran remolino.


En el caso que nos ocupa –el de referencia directa al objeto amoroso- si bien las cosas y el tiempo evocado cumplen con la misma función de reflejar los estados anímicos de su interioridad, desde el comienzo mismo del texto poético quienes ocupan el primer plano son el sujeto amante y el objeto amoroso, el procedimiento es inverso respecto del ejemplo anterior, donde las cosas, el paisaje, etc., son presentadas primero para que, a través de ellas, surja el agón principal, lo relacionado con el objeto amoroso humano. En este primer plano del conflicto amoroso entre sujeto y objeto principal, los otros elementos son subalternos en grado mayor, signados por una función complementaria: reforzar con su presencia y el tratamiento que la autora le da a esta presencia, el conflicto entre sujeto y objeto principal.
En este tipo de poemas –que abundan entre los 67 que componen el corpus de “El Barrio Latino"- la emotividad está menos mediatizada por la presencia de los elementos objetivos y habla más directamente al lector:

Pobre amor, siempre a contratiempo,
máscara no correspondida, llevada con orgullo,
gestos inútiles, palabras desgarradas,
párpados marchitos, cayendo con ruido
por encima de la última palabra:
la mía,
la tuya,
¿o quién sabe?

(de “Amor a Contratiempo")

Tú, tan desconocido para mí,
como las gotas de lluvia cayendo
sobre las flores azules,
tú,
tan necesario para mí,
como el aire puro, filtrado en mis pulmones,
tú,
tan preciado para mí,
como la luz dorada resbalando por los vitrales
iluminando las manos unidas,
en son de oraciones,

(de “Volver a encontrarte")


El objeto amoroso humano posee dos formas de presencia en las expresiones poéticas de Flavia Cosma, señaladamente en el volumen que nos ocupa: una es la presencial directa y otra la indirecta: por ausencia. En la presencial directa, la autora le habla frente a frente:

Me atreveré a conocerte
así como eres,
para que me conozcas tal como soy.

(de “Tu sombra")

Esta larga esperanza...
tus labios murmurando
un sí o un no,
esta fiebre  llena de misterios,
robada de los divinos cajones,
y sobre todo,
este imposible y tierno milagro,
que nos sumerge, estremecidos,
por la estrechez del mundo.
(de “Esta larga esperanza...")


En la faceta presencial indirecta, el objeto amoroso humano adquiere -si se quiere- todavía una potencia mayor:

Sabrás que vino el otoño, mi amor
los signos están pesados, nada parece tan bello
ni lágrima, ni flor
ni la foto en la pared.

(de “El césped enfermo")

Qué sería si al hablarte tú me escucharas,
te hablaría sobre el silencio opaco
que me rodea nuevamente;
sobre el cansancio de mi desmañado cuerpo
soñando en tus manos,

...................................................
Mi memoria me acerca a ti.

(de “Qué sería si yo te hablara")


Desde luego, estas referencias generales no alcanzan siquiera a medir muy groseramente todo lo que le espera al lector más allá de ellas, una vez que se adentre en la vasta cosmogonía que nos ofrece Flavia Cosma en este nuevo título de su reconocida poesía. El propósito era alentar a comprender algunas líneas de su poética, que quien lee descubrirá acompañadas de otras. Basta decir que este poemario –con toda posibilidad, ya que la poesía es el género de relectura por antonomasia- seguramente lo acompañará siempre que desee encontrarse con una genuina representación del género y que cada vez que lo lea y relea, nuevas realidades se abrirán para él, por obra y gracia de nuestra autora: ella sabe pulsar las cuerdas de la sensibilidad del lector y compartir, generosamente, sus bien elaboradas partituras.

3. Sobre la traducción
Un párrafo aparte merece la cuidada traducción de este libro, realizada por el poeta argentino Luis Raúl Calvo. Mientras que en varios países se estima al traductor como un verdadero coautor de las obras encargadas a sus capacidades, todavía para algunos criterios esta tarea valiosísima deja de ser considerada en su auténtica dimensión creativa. Sabemos que la poesía es uno de los géneros más difíciles de llevar a otro idioma, si no es el que presenta, definitivamente, más obstáculos para este trabajo.
La versión al español realizada por Luis Raúl Calvo sortea con mucho talento estos escollos, permitiendo al lector de castellano recibir con transparencia fidedigna toda la potencia y la musicalidad del original. Suele decirse que solamente un poeta puede traducir a otro, porque además de los conocimientos de ambos idiomas debe poseer la capacidad de recrear en una lengua lo que otra dice, guardando tanto el sentido como la forma, o buscando meticulosamente los equivalentes. En la opción, a veces se sacrifica a la literalidad el sonido, la armonía, los cortes de verso... y a veces, la literalidad buscada no es la encontrada. Estas dificultades fueron resueltas y le debemos a Luis Raúl Calvo la presente versión, que hace justicia al original sin sacrificar sentidos ni formas; un logro que celebramos y reconocemos en toda su amplitud.

Luis Benítez
Buenos Aires, enero de 2012